LOS LUNES AL SOL: “Se abre el telón”


AMPARO PANADERO

Octubre amanece de otoño, estado natural que prevalece frente a las revueltas del cambio climático y a la desidia humana. Ribalta marca las páginas del calendario en la primera ciudad castellonense, a pesar de las vejaciones que recibe este hermoso espacio verde. Un parque que vive en soledad y que sufre el dictado de atropellos y excesivas políticas absolutistas. Pero el tiempo de otoño va más allá de la capitalidad, porque las montañas explotan de belleza desde Penyagolosa hasta Els Ports. Todos los colores del ocre y púrpura, olores de tierra húmeda, amaneceres de niebla y atardeceres fuertemente rojos.

Hay vida más allá del asfalto. Por eso, a veces, y como hojas secas y rotas que caen como piedras, llegan desde la ciudad las voces de los señoritos de despacho. Llueven piedras sobre los paisajes naturales. En cualquier teatro pequeño de cualquier pueblo pequeño, se abre el telón y emergen gritos, soberbia, soeces, arrogancia, un guión que lleva inmerso a figurantes, una ‘clac’ acomodada y apuntadores exclusivos. Y el primer actor actúa en el plano de la demagogia, con falsas acusaciones y mentiras de fácil desmonte porque la realidad es otra. Actores y público pierden la memoria y no escuchan la conciencia que se revuelve entre bambalinas. Una pena porque el patio de butacas está ocupado por jóvenes, un futuro que debería ser librepensador y tener como punto de partida la verdad.

El señorito llegado de la ciudad realiza ejemplarmente su papel protagonista, acusando a diestro y siniestro de los males de Castellón, una farsa en la que olvida que todo político tiene las mismas responsabilidades ante la ciudadanía. Sainetes de primera se ven por estos pueblos, sobre todo cuando el cuadro de actores advierte de que la sociedad se aleja cada día más de la política porque desde Madrid se han olvidado de nosotros. Los palmeros enloquecen pero ignoran que cada cuatro años hay elecciones y las palabras van y vienen. Como así pasó al bajar el telón, que otro señorito, de otra capital, este con bigote, no hizo nada de lo que hoy se juzga como olvido del presente. Por cierto, tampoco hablaron el cuadro de actores de cómo la política es puro teatro cuando se practica desde el bolsillo y no desde la cabeza y los corazones.

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